La paz de Colombia necesita menos ‘machitos’
La violencia se ha vuelto central para nuestra comprensión de lo que significa ser un hombre. Se manifiesta en las peleas de puño en el patio de recreo y el campo de fútbol. Entra en erupción en las carreteras y bulevares de la ciudad donde la ira de los hombres en la carretera es una amenaza constante. Es parte de lo que se espera de nosotros como hombres ser hombres; nadie quiere ser el tipo que deja que otros se aprovechen de él. Los hombres no son necesariamente inherentemente violentos, pero hemos normalizado la violencia hasta el punto de que ya no notamos su presencia como parte de nuestro paisaje.
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